Nuevamente, se vislumbra la sombra del delito electoral en mesas y recintos electorales de Santo Domingo Este. La delincuencia política podría haber intervenido, despojando votos a algunos candidatos a regidores y transfiriéndolos a otros que no tenían presencia significativa.
Este modus operandi, que ya se evidenció en las elecciones del 2020, parece repetirse, aprovechando las debilidades del sistema que dificultan las reclamaciones y reconteos efectivos.
Se teme que la Sala Capitular, una vez más, albergue a individuos que no deberían ocupar esos cargos, mientras otros se beneficiarán de la fuerza y protección para evitar contratiempos.
El día de las elecciones siempre se convierte en un escenario propicio para la manifestación de la delincuencia política. La segunda parte de esta lamentable novela se anticipa en las elecciones a diputados, donde la guillotina política amenazará con cortar cabezas, las actas pondrán fin a votos legítimos, y los maletines de dinero volverán a ser herramientas recurrentes.
